Llueve

Miro a la ventana, veo como salpican las gotas de lluvia sobre el cristal. El cielo está gris, lleva así desde que amaneció, y hoy, el tiempo se ha parado en mi habitación. Es sábado por la mañana pero es tarde de domingo. Escucho a Norah Jones, pienso con nostalgia en Valladolid, oigo como mis compañeros de piso hablan en el living room del pasado. Miro las bellas fotografías que la semana pasada nos regaló esta maravillosa tierra a David y a mi para seleccionar algunas de ellas y colgarlas en este espacio tan mío y que tengo un poco olvidado. Continuar leyendo «Llueve»

De vuelta

Ya he regresado a mi agitada vida en Estambul. Llegué el domingo a eso de las dos de la mañana. Bajé del autocar y un contaminado oxígeno inundó rápidamente mis pulmones, se trataba de la peculiar forma en la que Taksim me daba la bienvenida.

Mi memoria no alcanza a recordar tal contaminación de la primera vez que llegué, tal vez porque estaba tan exaltada con la nueva ciudad, plagada de tantos elementos nuevos, diferentes a los que había visto antes, que no paré a recapacitar. Algo que me extraña, puesto que la polución puede conmigo, pero esa vez pasó impasible. Continuar leyendo «De vuelta»

Mi primer gas lacrimógeno

Hoy he tenido mi primera experiencia con un gas lacrimógeno, a decir verdad yo creo que era un gas pimienta porque me continúa picando toda la cara y los ojos. Pero es mi primera vez, y no entiendo de diferentes tipos de gases.

Hoy he tenido mi primera experiencia con un gas lacrimógeno, a decir verdad yo creo que era un gas pimienta porque me continúa picando toda la cara y los ojos. Pero es mi primera vez, y no entiendo de diferentes tipos de gases.

Hoy, también es un día extraño. Todo comenzó cuando decidí levantarme e ir mi universidad de aquí, la Istanbul Kültür Üniversitesi. Estoy constipada y tenía clase de turco a las nueve de la mañana, pero como no me sentía bien decidí no ir, y mis compañeros de piso se marcharon. Continuar leyendo «Mi primer gas lacrimógeno»

Un día en Istiklal

Llueve, pero nada frena el ritmo de esta ciudad, Estambul, y menos de su calle más importante, Istiklal Caddesi.

Desde mi habitación veo como corre la gente a refugiarse en las tiendas y en los entrantes de los edificios, hoy es domingo pero mayoría de las tiendas están abiertas. En el día de hoy algunos comercios deciden descansar por la mañana y otros por la tarde. Pero es tal la cantidad de tiendas que hay, que apenas se puede apreciar la diferencia entre el domingo de descanso y la locura de los viernes por la noche. Porque Istiklal no descansa, no puede, me recuerda a un joven hiperactivo. Corriendo, yendo y viniendo de un lado para otro, siempre con quehaceres que no se pueden dejar para otro momento. Y cuando, a eso de las diez, todas las tiendas dedicadas a atender el exterior de las diferentes partes del cuerpo humano cierran, comienza otro estadio del día: el dedicado al interior. Los bares, restaurantes, pubs y discotecas se llenan.

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