Sábado de gripe: mil y una Jenifer pasadas y futuras.

Mientras mis defensas luchan contra un virus sencillo de matar, yo estoy en la cama con un häagen dazs, escuchando a Caetano Veloso y María Gadú y recordando cuántas historias maravillosas he vivido.

Tengo 27 años y muchas vidas por vivir. Sin duda en mi existencia también he vivido muchas. Ya no soy aquella niña a la sus padres le llevaban de clase de sevillanas a la de natación y de la de natación a la de bádminton. La que no dormía la noche del 1 de agosto porque sabía que su padres estaban preparando las cosas para ir de vacaciones. 

Tampoco soy aquella adolescente que se teñía el pelo de rubio y llevaba lentillas de color porque no le gustaba ser diferente al resto. La que sólo pensaba en estar con sus amigas y ser rebelde con causa.

Y aquella que no expresaba sus sentimientos, a la que le costaba horrores llorar delante de alguien y sincerarse. Alguien que no podía abrirse ni con sus más allegados. La que no levantaba la voz, la que tenía mil y un sueños por llevar a cabo, pero mil y un miedos contra los que luchar.

O a la que le costaba decir a alguien que ella era buena en algo. El creérselo, la que titubeaba cuando tenía que hablar con un superior, qué decir si el susodicho era un director de X.

Los años han hecho que dentro de mi convivan mil y una Jenifer pasadas y futuras.

Las experiencias han sido las que me han ido moldeando, haciendo quien soy ahora mismo, sin ellas, si no hubiese ido a aquel festival en Bélgica no me hubiese ido al año siguiente a Irlanda en busca de un verano de fiesta y descontrol… y no hubiese encontrado al amor de mi vida.

Y tampoco sería la misma si no me hubiese ido aquel verano sola a Murcia para conocer los entresijos de la radio y la tele, y vivir sola. Y después un mes en Nueva York, donde descubrí por qué la gente quiere vivir allí. Y tras ello, quizá no me hubiese marchado de nuevo a Valencia y quizá no me hubiese enamorado de su luz y de sus calles, de su gente.

Pero sí que lo hice, y también me sorprendieron descubriendo la Torre Eiffel desde Trocadero, y tomé las uvas en la Avenida de las Naciones Unidas, y nos perdimos volviendo al hotel y acabamos a las 4 de la mañana dando vueltas por Montmartre el 1 de enero…

Y puedo contar que he corrido por encima de un lago helado en Finlandia y que he estado a -26 grados. Y que fui la primera española con el DNI nuevo en entrar en Estonia y se creían que era falsificado.

Que en Roma a dos amigas y a mi, un señor se empeñó en que podíamos montar las tres en su carrito y nos llevó a cuestas en él por todo el centro.

Que me fui a Estambul dos semanas después de haberme operado de apendicitis con dos maletas bien hermosas, y un buen amigo me ayudó. Que viví allí 10 meses, 10 fantásticos y maravillosos meses. Y que descubrí Turquía de este a oeste en un roadtrip que me llevó a Siria.

Que Alepo en mi memoria es una de las ciudades más bonitas que he visto, y que he visto amanecer en el desierto de Palmyra. Y que cada vez que veo o leo una noticia sobre ella, o Hama, Homs o Damasco, se me rompe el corazón. Porque yo hablé con sus habitantes, porque discutí con algunos por su machismo y me encantaría volver a discutir con ellos ahora mismo.

Que en Pamukkale dije que encontraríamos la fuente de la belleza a la que los turcos van, y la encontramos, y nos embadurnaron de barro. O que pasé una tarde en un casino de Bulgaria y me di cuenta de que odio perder hasta 2 euros…

Que descubrir Marruecos con marroquíes es un privilegio. Y que Fez es la ciudad más claustrofóbica que he conocido, y que adoro su couscous.

Que Irán es un país maravilloso y su gente aún más. Que he estado en Persépolis, que mi 25 cumpleaños lo pasé en medio de un desierto con unos deconocidos que me cantaron cumpleaños feliz en farsi entorno a una hoguera hecha con una palmera.

Que viví 5 meses en Lagoa da Concençao, en Brasil, y gocé de sus puestas de sol, de las playas de Floripa, de bailar forró, samba y todo lo que se me pusiera por delante. Y que grabé un documental sobre su música.

Que viajé del Sur al Norte de Brasil por el interior y parte por el exterior, y que dormí en una tienda de campaña al lado de unos cocodrilos en Mato Grosso do Sul. Y dormí en las faldas de un volcán en Uyuni, Bolivia, y que para llegar a Machu Picchu tuvimos que andar toda una noche desde la hidroeléctrica por las vías del tren, que en esa misma madrugada empezamos a subir a Machu Pichu, y una vez allí al Waina Pichu, y es el lugar más encantador que he visto.

Que he estado en Manaos y he bajado en barca hasta Belén y allí conocí a uno de los mejores estadistas del mundo. Que en Belén comí fruta que ni podía imaginar que existiera. Que pasamos un virus horrible en Belho Horizonte y descubrimos una ciudad deliciosa. Que Rio de Janeiro atrapa, que subimos y bajamos el Corcobado a pie y que para nada es sencillo. Que estuve en una Virada Cultural en São Paulo y vi al ballet nacional bailar con la orquesta sinfónica al aire libre, y escuché a Gilberto Gil en directo y gratis…

Que Buenos Aires es la ciudad que más nostalgia que ha causado nunca, tan europea y tan lejos de Europa. Que allí viví la obra de teatro que más me ha hecho sentir en la vida.

Y que volví a Europa, y me marché a Sheffield, una ciudad no muy conocida de Inglaterra en la que pretendía cumplir uno de los objetivos de mi vida, terminar de comprender dos lenguajes: el del cine y el inglés.

Y que a veces la vida nos da un toque de atención, y de repente recibes un whatsapp diciendo que tu padre acaba de sufrir un ictus y un ataque al corazón, y por desgracia aún no te puedes teletransportar, y llegas a España y das las gracias porque tu padre se ha salvado, das las gracias por poder sujetar su mano, por poder abrazar a tu madre, por compartir con los familiares el dolor. Un dolor que se convierte en alegría al ver cómo se va recuperando, y lo feliz que estoy por no perdérmelo.

Y esto, a grandes rasgos, son las experiencias más importantes que he vivido en los últimos 8 años, así que estoy encantada de tener 27 y de seguir cumpliendo muchos más siempre que no se me olvide de lo importante de la vida, compartir, porque si no hubiese compartido todos estos momentos con otros personajes como yo, no me estaría riendo en este momento.

Y sobre las Jenifer futuras… pues ya os iré contando cómo se escribe esa historia.

 

2 opiniones en “Sábado de gripe: mil y una Jenifer pasadas y futuras.”

  1. Nena, no me digas porqué acabé aqui, porque no lo sé ni yo. Tengo tanto trabajo que se me apetece hacer de todo menos trabajar. Eres una artista. No puedo describirte de otra manera. Me leí el relato entero y desde la primera hasta la última línea me enganchaste y cada vez me sentía más orgullosa de ti. Por supuesto que pare a mitad para partirme de risa recordando cuando fuimos las tres en el carrito del romano. Es una de las experiencias más simpáticas que recuerdo. Sigue asi pequeña, y en algunos de esos viajes pasa por Oviedo que te espero con los brazos abiertos.

    Muuuaaaa!!

    1. Muchas gracias Nuri, no hay nada mejor para coger energía y escribir más, que leer tu comentario, me ha alegrado mucho mucho. Prometo hacer un viaje a Oviedo, que me gustó mucho cuando nos llevaste de sidras. Y venga ¡al trabajo duro! que eres toda una curranta y lo sacarás todo adelante. Un besazoo!

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